lunes, 20 de junio de 2016

Drones en Segorbe





Una vez establecidos los drones (aviones no tripulados) como negocio militar salta al plano doméstico, a pesar de tratarse de una de las armas utilizada en las guerras actuales que causan miles de muertos, todo vale en el mundo capitalista. Estos días pasados, tuvimos un ejemplo aplicado con fines comerciales, donde fue exigido el avión no tripulado en la explanada del Sector 1 de Segorbe, desde donde despego para dar una panorámica de la zona y según nos informan con el fin de “mejorar la seguridad ciudadana” y “para la vigilancia de los campos y situaciones de emergencia [1]. Todo con una apariencia del bien del pueblo pero con fines de negocio para la minoría dominante.
En la prensa local [1] al dron le llaman “el aparato del futuro” cuando es el artefacto del presente, con el que consiguen miles de muertos. También lo llaman la “revolución tecnológica” como si llevara implícito una mejora en el desarrollo de nuestras vidas y un mejor bienestar en las personas. Las consecuencias que tiene dicha tecnología en su uso y abuso, en este caso como tantos otros elementos salidos del conglomerado militar y remitidos al ámbito doméstico, creo que nos encontramos en una tecnología perniciosa, peligrosa y parece que no tiene parón. 

Los drones han sido fabricados y diseñados para su utilización en las guerras son armas teledirigidas desde un lugar muy distante del foco de explosión. El soldado, polito y cuarentón adolescente está protegido en una oficina, desde donde dirige con su joint stick y la pantalla del ordenador la trayectoria del dron, en cuyo interior alberga el explosivo destructor y lo conduce persiguiendo al supuesto enemigo. El piloto cuando tiene en el punto de mira, en el centro de la pantalla el objetivo aprieta el botón que dispara o como dijo el ex piloto de drones de la CIA: "Apuntas, disparas y matas. Eso es todo"[2].  
Los drones exhibidos en Segorbe con fines domésticos para la vigilancia de campos son parte de la estrategia comercial capitalista y militar, porque ya el capital tiene construida una infraestructura militar en pleno funcionamiento, en España hay en funcionamiento más de 50 empresas [3]. El paso siguiente, es continuar el negocio de los artefactos militares para uso doméstico, agrícola o para envenenar los campos, el negocio no tiene fin. Los medios de comunicación, voceros del capital, lanzan las falsas promesas para convencer al pueblo “entre 2015 y 2025 el impacto llegará a 82.100 millones de dólares y se crearán más de 100.000 empleos[4]. Otra vez la misma canción. Ahora lo tenemos aquí, en el presente, dicen para vigilar los montes.
En nuestra zona la utilización de los drones es para vigilar y controlar los incendios en los montes. Una vez instaurada la necesidad de la extinción del incendio se crea la rapidez para sofocarlo. Pero el monte no se incendia ni necesita ser vigilado, lo que ocurre es que estos destrozos son consecuencia de su abandono y desidia de las políticas agrarias llevadas a cabo por los gobiernos de turno. El campo ha mutado. Donde crece el pino antes había olivo o algarrobo. Donde hay tierra muerta, ya no brotan las hierbas por el veneno que llevan soportando durante décadas. Donde hay un manantial, el agua es no potable por la cantidad de veneno vertido sobre el terreno lindante. Podemos continuar con un largo etcétera que provoca destrozos e incendios en el monte para luego con la inmediatez ser sofocados por los tentáculos del estado, pretendiendo hacernos creer que se salvara lo verde, la vida de la naturaleza. Por eso no queremos futuros ni máquinas de matar.
fuentes: 

 

Alfonso G. Soler

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