En
el desarrollo del entorno rural, el hombre del campo con la practica de
actividades agropecuarias dotan de vida
al entorno y biodiversidad, una alteración o cambio en estas actividades tiene
consecuencias desastrosas sobre le territorio. Esta es la situación en la que
nos encontramos, por eso no es de extrañar los desastres naturales que tenemos
cada cierto tiempo; los incendios, las sequías, los desequilibrios de especies
de animales y otras que están por venir si no se cambia la situación. El capitalismo
mediante sus políticas extractivas ha vaciado el campo de actividades de
reproducción rural para ahora desarrollar su industria del turismo rural, para
llevar a cabo esta mutación ha utiliza sus fuerzas políticas e instituciones
vinculadas al rural, las cuales, deben de contentar a una masa de población y
que vean el cambio con buenos ojos, mediante el soborno subvencionado y la
manipulación.
Así, el pasado día 26 de mayo vimos
como cobro protagonismo el mundo rural en la ciudad de Valencia. Una manifestación
convocada por asociaciones vinculadas al mundo rural vitoreaba por «un mundo
rural vivo y (de) nuestra cultura», por las calles de la ciudad [1]. La mayoría de las asociaciones
vinculadas al mundo rural pero “sin el hombre rural”, puesto que su actividad esta versada en el ocio y recreo, es
decir en la industria del turismo. Por otro lado, no es de extrañar que alcen
la voz en la ciudad, ya que las manos
del poder están en el centro, en la ciudad, para poder maniobrar sobre el
afuera, el campo, por eso todas las asociaciones convocantes tienen sus sedes
domiciliadas en la ciudad de Valencia y muy alejadas de los pueblos.
Por otro lado, el día anterior, el
día 25 de mayo en la localidad de Segorbe se desarrolló dentro de las III
jornadas Ecorurales del Alto Palancia, la presentación del libro “Vidas a la intemperie” del agrícola y
escritor Marc Badal. Se visualizó una posición que abraza al desarrollo
del hombre del campo y de la ecología. En el debate final, se discutió sobre la
nueva estrategia de negocio al que se ve forzado el mundo rural, de
oportunidades de venta y negocio para el desarrollo de la industria del
jolgorio y del pasatiempo, del turismo, ya que hacen imposible subsistir
trabajando en los oficios autóctonos del territorio. Esto quedó patente en
Valencia, por el porcentaje de asociaciones asistentes mayoritarias en reclamo
del turismo y minoritarias del turismo.
Así, en la manifestaron la gran mayoría de asociaciones que
asistieron son del mundo del festejo taurino, de las carreras de montaña, de la
bicicleta, de la caza y tantas otras similares, todas dinamizan actividades del
ocio, del recreo en el campo y del mundo guay, son actividades de la
autosatisfacción y del cuidado del cuerpo de los participantes que obstaculizan
e impiden las labores en el mundo rural. El desarrollo de turismo elimina las
practicas agrarias al desarrollar infraestructuras, acercando la ciudad al
campo y agotando recursos naturales al utilizarse para otros menesteres,
alejados de lo natural y cercanos al capricho de la decisión de los gestores de
la nueva industria.
Llama la atención las dos
asociaciones que comandaron la manifestación, referenciadas al mundo de la
caza, la Federación de Caza y
del toro referidas al “Bous
la carrer” su actividad es matar o maltratar a los animales,
nos resulta chocante su posición agresiva hacia los ecologistas o “animalistas”
respecto a la propuesta para regular la sobrepoblación de algunas especies. Si
en los primeros su opción es eliminar algunas reses mediante la bala, para
restablecer el equilibro poblacional de las reses, en los segundos, los
animalistas prefieren soltar animales esterilizados al medio para impedir la
reproducción de la especie. ¿A cuál de las dos propuestas más bárbara y salvaje
para la biodiversidad? Cuando la única
estrategia que dota de vida al mundo natural y animal es el pastoreo, el
cultivo de vegetación autóctona, como el olivo el algarrobo, el cerezo y tantos
otros árboles frutales que han formado la vegetación de nuestra comarca.
Así, y continuando con las personas
asistentes a la manifestación, una parte de ellas merecen mi más sincero
respeto, puesto que el día a día de su oficio es una lucha continua por
mantenerse en pie, ante las inclemencias políticas que le atentan, son las
gentes del campo. Son las personas que están dentro de los movimientos del
éxodo y la despoblación, las que sufren la indecisión de continuar laboreando
el campo o bajarse a la ciudad.
En la cara opuesta esta, el grupo de
personas que aplican las políticas de gestión de nuestro territorio, los
políticos gobernantes de la Comunitat Valenciana. Son los que han provocado el
trasvase de personas del interior a la costa y el agotamiento del medio
ambiente, pues estos mismos coreaban consignas en la manifestación como «ninguneo político» o «En los despachos
se legisla partiendo de la ignorancia, bajo influencia de planteamientos
sectarios». No sé ni como definirlos, ni como adjetivarles por la
aberración que ocasionó dicho acto, pero me sugiere preguntas como ¿por qué no
fueron despachados? ¿A quién vociferaban estas personas? ¿A sus ombligos? Son las
maniobras de la manipulación.
La biodiversidad es la práctica
agrícola y ganadera en el medio ambiente que regula cualquier desfase natural
en el medio, tanto animal como de vegetación. Y marchas como la del pasado el
día 26 de mayo en Valencia por el reclamo del mundo rural, por personas que no
han vivido nunca en dicho lugar, solo es otra jugada “política” del engaño para
la industria de la economía y del beneficio.
Alfonso Soler colaborador de El Eco del Palancia